Arte y…. Política… Ideología
Conocer el arte y darle lo que le
pertenece.
La proclama moderna de la
autonomía artística del “arte por el arte” que se pregonó por muchas academias
y talleres de artistas creó una fuerte vertiente de artistas, críticos y teóricos
del arte, además de espectadores, que cuestionaron la circunstancia social del
arte, pero, ¿hasta qué punto esta premisa realmente presenta una liberación de
todo compromiso social o solamente representa la cara rebelde de una ideología
de clase dominante? ¿Hasta qué punto tanto críticos como espectadores estamos
asistiendo a respuestas artísticas contemporáneas que tejen relaciones entre
arte e ideología y no entre arte y política o viceversa?
Este corto texto presenta
los argumentos de Theodor Adorno en su texto Teoría Estética, en relación con
la dicotomía del arte como hecho social y hecho autónomo; los de Louis
Althusser en cuanto a Arte e ideología y aquellos que se devienen de la
Estética Marxista en relación con Arte y política, pretendiendo dar una luz a
los conceptos y relaciones pertinentes desde la estética marxista, además de
evidenciar la importancia de identificar la dependencia e independencia de
conceptos.
¿En qué circunstancias nos
referimos a relaciones entre arte y política y en cuales a Arte e ideología?
Es necesario, antes de
abordar las relaciones entre arte y política y arte e ideología, conceptuar e
identificar la relación IDEOLOGÍA – POLÍTICA.
Para ello nos remitiremos
a Louis Althusser en su texto TEORÍA,
PRÁCTICA TEÓRICA Y FORMACIÓN TEÓRICA, donde nos deja claro que tanto una
como otra son diferentes. Althusser puntualiza los tres niveles esenciales
dentro de la formación social planteados por el marxismo: la económica, la
política y la ideología o formas de la conciencia social. Donde la economía se
determina por los factores que se definen por la producción y las relaciones de
capital, mientras que la actividad política del hombre es reglada por la
estructura de las relaciones de clase (lucha de clases, el derecho y el estado)
y finalmente “Las actividades religiosas, morales, filosóficas etc., ya sea en
forma activa, por medio de prácticas conscientes, o en forma pasiva y mecánica,
por reflejos, juicios y actitudes, éstas constituyen la actividad ideológica y
aparecen sostenidas por una adhesión voluntaria o involuntaria, consciente o
inconsciente a un conjunto de representaciones y creencias religiosas, morales,
jurídicas, políticas, estéticas, filosóficas, etc., que forman lo que se llama
el nivel de la ideología”[i].
Siendo entonces la
ideología un nivel diferente, cuyas representaciones se refieren “al mundo
mismo en donde viven los hombres, a la naturaleza y a la sociedad, y a la vida
de los hombres, a sus relaciones con la naturaleza, con la sociedad, con los
otros hombres y con sus propias actividades, incluidas la practica económica y
la práctica política. Sin embargo, esas representaciones no constituyen
conocimientos verdaderos del mundo que representan”[ii].
El nivel político en la práctica se identifica por la practica ideológica y se
vale, en la mayoría de los casos, de ésta para perpetuarse, pero no por ello se
determina por dicha práctica, sino por el verdadero conocimiento de las
relaciones de clase y en las reglamentaciones que se le derivan, mientras que
las ideologías se presentan como representaciones de dicho conocimiento. Es
decir: mientras la política tiene una única relación con el conocimiento, la
ideología implica una doble relación: con el conocimiento de una parte y con la
sociedad de otra.[iii]
Si bien para tanto para
Lenin, como Althusser, Adorno, Hadjinicolaus, entre otros teóricos de vertiente
marxista, el arte tiene un contenido ideológico y cumple una función social y
educativa, en cuanto a la política es este primero quien nos hace recordar que “no
se puede desconocer que el arte y la política tiene rasgos específicos que no
permiten que se les situé en el mismo plano” [iv]
motivo por el cual sólo debemos referirnos en términos de relaciones de
correspondencia entre arte y política mas no en relaciones de iguales o pares.
Relaciones Arte e Ideología
“Un arte que no tenga nada de ideología es un arte imposible”[v]
Las relaciones entre arte
e ideología son complejas y contradictorias, y por lo tanto pueden conducirnos
a extremos si son mal interpretadas. Tales extremos son: optar por una posición
de exaltación ideológica extrema, subjetivista o sociologista vulgar, y lo
segundo es negar todo carácter o presencia ideológica en el arte diluyéndolo en
la tradición transgresora que
identifica Bordeau como malestar del arte moderno. Por ello es vital comprender
la tensión intrínseca y continúa entre ideología y verdad que se presenta en la
obra de arte, que implica aspectos tan fundamentales como lo son la autonomía y
la expresión.
En Adorno la verdad, que
se endilga en esta tensión, es aquella que se refiere a la autonomía de la obra
de arte, es decir, qué de auténtico, verdadero o autónomo tiene la obra, no qué
tanto conocimiento de la verdad nos brinda la obra. Esta diferencia tan sutil
es preciso anotarla ya que tanto Althusser como Lenin, Marx e incluso Engels
abordan este principio de verdad desde la segunda premisa. Además que este
planteamiento es lo que diferencia la postura de Adorno en cuanto a la
ideología de la que se plantea por los socialistas. Este detenimiento en la
diferencia de enfoques evita que se mire tanto a uno como a otros como posturas
erróneas o equivocas a la hora de referirse a la ideología.
Para Adorno, al igual que
para los marxistas, es claro que la ideología está presente en todo momento del
arte, pero el rol que juega o puede permitirse entrar a jugar en el arte[vi],
en sus determinaciones formales y conceptuales es lo que le preocupa, mientras
que para Althusser como para Marx la preocupación no va en esta intromisión de
la ideología como determinación de lo formal sino en cuanto a la suplantación
del conocimiento y enmascaramiento de la verdad que se puede hacer con ella a
través del arte. Se centra pues en el potencial del arte de “hacer ver”. Por
ello para Althusser, un caso como el de Brecht, cuya obra es resaltada por
Adorno precisamente como una obra cuyo autor, a pesar de la carga ideológica,
logra mantener la autonomía de su expresión artística, y esto gracias a haber
tomado cierta distancia de lo social, es una obra que por el contrario se
define en términos de proximidad social: “El que el contenido de la obra se
“separe” de su propia ideología política (la del artista) y la haga ver en
cierta forma desde fuera, la haga
“percibir” mediante una distancia interior a esta ideología, supone esa ideología misma. Y no se da
porque se desapega el autor de sus ideologías sino justamente porque las
conserva puede producir su obra y producir en ella esta distancia interior que
nos dará una visión crítica de ella”[vii] . En este sentido, Hadjinicolaou habla en la
categoría de ideología de imagen crítica,
como portadora de una ideología que hace critica a lo establecido y determinado
socialmente.
El argumento de Adorno
para sostener la importancia de la distancia se debe a que, si bien la ideología
inevitablemente permea la obra de arte[viii],
su nivel de incidencia debe ser controlado en la
obra del arte, pues se corre un riesgo de que las leyes formales del arte se
plieguen ante ella, produciendo pobres y autoritarias copias de la realidad[ix],
pero desde el punto de Althusser la ideología va mas allá de esta presentación
aparente y de cierta manera es incontrolable su presencia en la obra de arte.
La ideología es tácita en la obra. En palabras de Althusser: “Cuando hablamos
de ideología debemos saber que ésta se desliza en todas las actividades de los
hombres; que es idéntica a la “vivencia” misma de la existencia humana; por
ello la forma en que en la “obra” se nos “hace ver” la ideología tiene por
contenido la “vivencia” de los individuos. Lo “vivido “no es un dato, el dato
de una “realidad” pura, sino la “vivencia” espontánea de la ideología en su
relación propia con lo real.”[x]
Tanto Marx como Adorno[xi]
y Althusser reconocen la ideología como apariencia, como sistemas de
representación que en determinadas sociedades enmascaran la realidad y permiten
el sostenimiento de una clase dominante, [xii]asi
mismo Adorno reconoce que “Las luchas sociales, las relaciones entre las clase
se quedan impresas en la estructura de las obras de arte”[xiii],
y “los contenidos sociales penetran hasta su esencia, precisamente porque el
arte se constituye mediante experiencias subjetivas”[xiv]
La cuestión acá se centra,
como decíamos, en lo que se define como autonomía
artística para cada uno de los autores, ya que para Adorno esa autonomía se
centra en la tensión que se crea en la lucha por el control de la ideología, lo
que problematiza no es tanto la presencia o no de la ideología en la obra de
arte sino la verdad de la obra de arte en relación con las ideologías, ya que
éstas pueden ser un riesgo cuando suplantan la verdad de la obra de arte y esta
adquiere una falsa conciencia de sí misma y de su realidad o entorno[xv], mientras para Althusser dicha autonomía y
distanciamiento no existe en cuanto a la potencia ideológica pero si en cuanto
a la ideología de clase dominante en algunos casos. Pero finalmente ambas
posturas se reconcilian en lo que consideran el estado ideal de resistencia
para la ideología en general para Adorno y en particular para Althusser.
Lo que plantea Adorno dentro
de su dialéctica negativa ya que de igual manera resalta que “Aun en las obras
que están penetradas hasta lo más íntimo de ideología puede darse un contenido
de verdad”[xvi]
es un estado de resistencia a la ideología[xvii]
y en este sentido identifica la incomunicación y el hermetismo[xviii]
como aspectos relevantes, aspectos propios del arte abstracto que Althusser
toma con especial énfasis e interés en su texto EL PINTOR DE LO ABSTRACTO.
Adorno deja claro que si bien la comunicación es el vehículo de las ideologías
y por lo tanto es fundamental que las obras renuncien a ella, esto no garantiza
que la ideología no se haga presente en ellas, pero bloquea su impacto[xix],
en el caso de Althusser esa incomunicación o distanciamiento que permite lo
abstracto de lo formalmente preestablecido por las clases dominantes contribuye
a redireccionar el pensamiento y el entendimiento de la realidad dejando claro
siempre que “Toda obra de arte nace de un proyecto a la vez estético e
ideológico. En el momento de existir, como obra de arte, produce en cuanto tal (por el tipo de crítica y
de conocimiento que llega a estatuir frente a la ideología que nos hace ver) un
efecto ideológico”.[xx]
Adorno identifica un
aspecto fundamental en la obra de arte que le da firmeza a su argumento en
torno a la autonomía de la obra y es la expresión a través de la cual la obra
de arte se comunica más allá de los niveles ideológicos, sociales, autónomos y
formales, la expresión[xxi]
es el aspecto fundamental en la obra de arte, y es allí donde puede uno
detenerse a saborear la esencia del arte, es la expresión la que finalmente
determina la función del arte y este aspecto es el que condensa tanto la
autonomía de la obra como su dependencia social. “Por su expresión las obras de
arte aparecen como heridas sociales, la expresión es el fermento social de su
autonomía” [xxii]
Pero este argumento no es
suficiente si lo vemos a la luz de Althusser, para quien la expresión a la que
se refiere como lo espontáneo no se escapa de la ideología, ya que “todo
lenguaje “espontáneo” es un lenguaje ideológico y que sirve de vehículo a una
ideología – en este caso del arte y de la actividad productora de los efectos
estéticos”[xxiii]
, la cual se haya enmarcada y determinada por lo cultural, término que según Althusser, Roger Establet identifica
como el nombre común del concepto marxista de ideología[xxiv].
Al respecto de las
relaciones de Arte e ideología podemos ver entonces una serie de aspectos a
enumerar: 1. Todo Arte es portador de ideología, 2. La autonomía artística se
determina tanto por el grado de presencia de la ideología de clase dominante,
3. Las leyes formales de la obra de arte se hayan condicionadas por los
aspectos sociales, pero logran una autonomía cuando logran distanciar estos de
las ideologías de clase dominante.
Es interesante ver cómo
Louis Althusser, en su texto sobre arte e ideología, presenta un argumento ante
una pregunta que se le formula al respecto y que nos hubiere servido de
introducción a esta discusión, además de permitirnos presentar los argumentos
de su parte, pero no nos hubiera permitido entrar en Adorno: “¿Cómo es posible que un artista, no obstante
sus opciones políticas personales, nos “haga ver” en una forma crítica lo
“vivido” de la sociedad capitalista (del régimen social en que se halla inmerso
y la cual claramente defiende)?”[xxv]
La respuesta está dada en párrafos anteriores, pero lo fundamental acá es que
el énfasis a la hora de enfrentar la obra de arte está en lo que nos “haga ver”
la obra de arte, hacia dónde nos conduce ese encuentro, y es entonces donde la
relación Arte y Política surge.
Relaciones arte y política
“Lo mismo que un gran
filósofo, lo mismo que un gran político revolucionario tienen en cuenta en su
propio pensamiento los efectos históricos de las posiciones que toman, en el
seno mismo del sistema riguroso y objetivo de su propio pensamiento, el gran
artista, igualmente, no puede dejar de tener en cuenta, en su obra, en su
disposición y su economía interna, los efectos ideológicos necesariamente
producidos por su existencia.”
La relación arte y
política suele identificarse con ciertos aspectos como lo social, con aquellas
manifestaciones que encuentran un campo de acción en y desde lo social, pero
este sólo es una parte del doble acondicionamiento del arte.
El arte tiene un doble condicionamiento:
de una parte el social e ideológico que expresa los intereses de clase. y el de
las ideas políticas, morales o religiosas del artista que expresa la legalidad
y estructura de la creación artística, que presenta “lo universal humano que surge
en y por lo particular”[xxvi],
este proceso de integración da a la obra de arte cierta coherencia interna y
una relativa autonomía que impiden su reducción a un simple fenómeno
ideológico. La obra de arte que trasciende los tiempos y las sociedades deja
ver la universalidad del arte verdadero que sobrevive a los cambios ideológicos
y se posiciona desde la acción política, tendencioso, crítico y trascendental[xxvii].
El arte crea y mantiene
una relación con la política, cuando es “…la expresión elaborada y completa de
las aspiraciones más profundas de un determinado público, de la nación-pueblo
en una cierta fase de su desarrollo histórico”[xxviii]
Ciertas
manifestaciones del arte se presentan para intentar cumplir tareas de
transformación del orden establecido y pretenden ser una opción para todos
aquellos que buscan modelos para la producción del saber y la distribución del
poder, promoviendo el derrumbe sistemático de las "verdades" del
pasado, el cuestionamiento de los modelos impuestos por los medios de masas, y
de enfrentar el poder que segrega y reduce los espacios de intercambio cultural
y político.
A
partir de ahí lo que se configura es la propuesta de un espacio cultural de
resistencia contra la pretendida superioridad de unas culturas sobre otras, de
un pueblo sobre otro. Es desde la diversidad cultural de las historias y los
territorios, de las experiencias y las memorias, desde donde se resiste, se
negocian, se interactúa con la globalización, y desde donde se acabará por
transformarla.
La resistencia
civil puede definirse como una acción que comprende un conjunto de acciones
comunitarias enmarcadas en un contexto de derechos
económicos, sociales y culturales, resultantes de las problemáticas
surgidas en el seno de una sociedad en crisis de gobernabilidad, de valores y
de responsabilidades sociales y civiles. Estas experiencias se han
caracterizado por tener una base social y una composición civil, plural y
organizada, por exigir participación política y autónoma, y respeto a los
derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
El arte se ha
constituido entonces en una alternativa de resistencia; alternativa que no sólo
les contiene a sí mismo como medio de comunicación y expresión que propicia la
construcción de intercambio y solidaridad que fortalecen las experiencias de
resistencia civil. Varias
de estas manifestaciones artísticas funcionan a través de colectivos artísticos
que conducen hacia la posibilidad de brindar reparación
moral y sicológica a aquellos que ya han enfrentado el flagelo de la violencia
y deben restablecerse, organizarse y arremeter nuevamente contra la injusticia
y el exterminio.
Dichas
manifestaciones ven en forma amplia el panorama en que se debate la sociedad
actual, no se quedan en individualismos, sino que contribuyen a colocar en
sintonía los sectores inconformes de un país y de este modo plantear un posible
cambio social. Estas propuestas tienen claro que el arte no puede solucionar
las implicaciones de las políticas de consumo y capital. El artista toma
sentido, como factor de resiliencia, como trabajador social, como catalizador
que activa las relaciones sociales, que estimula la renovación urbanística, que
se dedica a la terapia creativa, a abrir un área de experiencia, un espacio de
cuestionamiento y de reinterpretación, un lugar de intercambio simbólico entre
el artista y la comunidad, donde el individuo pueda reflexionar sobre sus
problemáticas, verlas en conjunto y hacerse partícipe en buscar alternativas de
solución o resistencia no sólo para sí mismo sino para su comunidad.
Este artista o colectivo
de artistas enfrenta la frustración como un sentir de doble filo, a su vez que
genera desencantos, agresión y odio, también fantasías y sueños que pueden y
deben ser canalizados hacia un desarrollo del ciudadano como protagonista, como
individuo político. Es aquí el artista, entonces, ya no un individuo ajeno a
todo suceso y acontecimiento sino un creador de propuestas que ayudan a
construir ciudadanos críticos, propositivos, abiertos a nuevos diálogos
políticos.
La
acción política del arte no sólo se limita a situar en un contexto un
acontecimiento o problemática, sino además incitar a ver cómo se modifica este
contexto o se aclara, haciendo apto al individuo para responder a los desafíos
de la vida, ofreciendo elementos de nuestra historia, de nuestro origen y
ubicación actual que contribuyen a la formación de una conciencia humanística y
ética de pertenencia no sólo a una especie, también a un país, a una comunidad,
a un lugar y momento.
La
aproximación del sujeto a la visión y a la estructura del pensamiento artístico
es prioritaria, ya que le permitirá dar soluciones a sus conflictos y conocer a
su vez otras miradas a este mismo conflicto y empezar a reconciliarse con su
entorno, así como también empezar a cuestionarlo y problematizarlo.
El
arte se plantea como área de experiencia donde tiene lugar el intercambio de
identidades con otros sujetos y otras situaciones diferentes a las que se ha
visto enfrentado y le han mostrado un espacio de hábitat hostil. Un espacio
donde se busca que el sujeto conozca el origen de todas las prácticas que
genera el actual régimen insolidario y violento, enfocando su reflexión sobre
la vida y los intereses de la comunidad.
El
oficio del artista no se reduce al dominio de principios o técnicas que se
aplican para la creación de un objeto; tampoco a un ejercicio aleatorio que se
inventa en cada momento, o a una estrategia para lograr resultados: se
construye sobre el saber que procede de la experiencia sometida a discusión y
critica.
Tanto la política como el
arte nos ponen en relación con la vida humana, y si bien la política se
justifica por su capacidad de transformar la realidad de un modo efectivo,
real, estas nuevas propuestas artísticas permiten que el arte pase de ser un
expositor de motivos, temas y problemáticas a un agente activo de
transformación del hombre, nunca en el mismo plano o por igual vía que la
política, pero si con el mismo objetivo de “ impulsar al hombre a moverse, a
salir de su ser actual”.[xxix]
Arte polimicrocontexsocial
Existen conceptos como
arte micropolítico, por mencionar uno entre otros (político, experiencial,
contextual, comunitario…), que expresan formas de resistencia a diversas
cuestiones sociales, donde incluso encontramos artistas que son reconocidos
como activistas en organizaciones ecológicas, partidos políticos de izquierda y
en algunos casos relacionados con el activismo sindical[xxx].
Pero cada uno de estos
conceptos cuenta con matices propios, ya sea en su formas propias de
aproximación al individuo, en los grados de participación de éste, e incluso en
su presentación y representación social, que muchas veces varía a nivel de cada
uno de ellos dependiendo del lugar donde se desarrolle la propuesta, lo cual
entra a debatir en una cuestión de gustos e incluso de interpretación.
Paúl Ardennese define el
arte micropolítico como “el desarrollo de formas de arte que desafían la
autonomía e inician un proceso de trabajo en ‘situación’, de participación
directa con el ‘espectador’ o de integración por parte del artista de la esfera
de la realidad inmediata. Todo ello con el siguiente trasfondo: la cuestión de
la dimensión política del arte, una cuestión de crucial actualidad” [xxxi].
Hablamos entonces ya no de
un arte alimentado por la puesta en escena de anécdotas y sentimientos
intimistas, sino por el material concreto de la vida presente, un presente
material y reificante, cuestionador, ramificado por la complejidad de la
realidad.
El arte está pues
relacionado con el compromiso político e incluso el entretenimiento social
enfocado hacia la resistencia, la resiliencia y el desarrollo cultural de una
comunidad en particular. Su objetivo es reactivar lo real más que crear un
nuevo objeto artístico. Esta es la razón por la que se recurre no a un
espectador pasivo contemplador de la obra, sino a un espectador-ciudadano,
comprometido con el procedimiento del artista, "gestor" del
acontecimiento que debe producirse.
“Son a menudo parte de un ritual, de una
puesta en escena temporal en la que el artista actúa como oficiante de una
serie de acciones dirigidas a transformar la conciencia de los espectadores.
El
artista quiere provocar una catarsis y son las actitudes las que se convierten
en formas[xxxii],
donde las formas de relación
y aproximación a las que conduce al individuo con su entorno se dan a manera de
reflexiones prestas a argumentación y discusión, cuyo carácter proyectivo hace
del arte más que una respuesta una continua pregunta, donde todo está por
descubrir y transformar.
Se
trata de hacer partícipes a las formas de creación colectiva basadas en el
activismo y la transformación social. Un desarrollo multidisciplinario y
multicultural donde el arte desempeña el papel de vínculo entre creadores
múltiples y usuarios que pueden unirse a la creación de una obra o contribuir a
acelerar el intercambio modificándolo a su manera.
[i] Escritos I Louis Althusser,
Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[iii] Escritos I Louis Althusser,
Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[v] Teodor Adorno. Teoría Estética.
Pág. 310
[vi] “Ideología y verdad artísticas no son como ovejas y
cabritos. No existe la una sin la otra y esta reciprocidad es una tentación
para el abuso ideológico.” Teodor Adorno. Teoría Estética
[vii] También “Ideología a la que su obra no deja de hacer
alusión y de la que se alimenta permanentemente, una vista que supone un retroceso, tomar distancia interiormente en relación con la ideología misma de la
que surgieron sus obras. Nos hace “percibir” (y no conocer), en cierta forma desde dentro, mediante una distancia
interior, la ideología misma en donde se produjeron.”
Escritos
I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[viii] “En la cultura que ha resucitado
tras la catástrofe de la guerra, el arte, por su limpia existencia y antes de
cualquier contenido y de cualquier triunfo, encierra en sí un elemento
ideológico.” Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 310
[ix] “La ideología se va afinando hasta
convertirse en pobre y autoritaria copia de la realidad” Teodor
Adorno. Teoría Estética. Pág. 306
[xi] “La ideología, apariencia social
necesaria, es siempre, aun en su necesidad, figura deformada de la verdad”Teodor
Adorno. Teoría Estética. Pág. 305
[xii] Al respecto es interesante ver cómo Nicos Hadjinicolaou
plantea aspectos semejantes en sus reflexiones sobre el marxismo vulgar para el
arte socialista y como ideología de imagen positiva, para el arte burgués, en
donde tanto el uno como el otro se determinan por la propagación de la
ideología dominante.
[xiii] “socialmente útil por el hecho de
existir, de presentar una resistencia a las dinámicas sociales.”
[xiv] pero “no penetran literalmente, sino
modificados, larvados, como en sombra”. Teodor
Adorno. Teoría Estética. Pág. 403
[xv] “En este sentido, cualquier obra
de arte caería bajo el veredicto de tener una falsa conciencia y convertirse en
ideología. Y se las puede llamar formalmente ideologías, con independencia de
lo que digan, porque afirman la existencia de lago espiritual a priori , independientemente de las
condiciones de su producción material y por tanto de orden superior, y también
porque se orientan respecto a la vieja culpa de separar el corporal del
espiritual” Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 296
[xvi] Teodor Adorno. Teoría Estética.
Pág. 305
[xvii] Para Adorno “Ideología y verdad artísticas no son como
ovejas y cabritos. No existe la una sin la otra y esta reciprocidad es una
tentación para el abuso ideológico y para esos procedimientos sumarios del
estilo que quiere partir de cero.” Teodor Adorno. Teoría
Estética.
[xviii] “las obras herméticas llevan a cabo una crítica más
radical de lo existente, que las que por causa de una clara crítica social
emplean la conciliación en la forma, y reconocen así tácticamente el tejemaneje
de la comunicación floreciente por doquier”. Teodor
Adorno. Teoría Estética.
[xix] “las obras herméticas llevan a cabo una crítica más
radical de lo existente, que las que por causa de una clara crítica social
emplean la conciliación en la forma, y reconocen así tácticamente el tejemaneje
de la comunicación floreciente por doquier”. Teodor
Adorno. Teoría Estética. Pág. 311
[xx] El pintor de lo Abstracto. Escritos
I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xxi] “El criterio central es la fuerza de
su expresión, gracias a cuya tensión las obras de arte con un gesto sin
palabras se hacen elocuentes.”Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 311
[xxiv] Si tal como lo ha anotado Roger Establet en un artículo
muy breve, la “cultura” es el nombre común del concepto marxista de ideología, la obra de arte no
pertenece, en cuanto objeto estético,
a la “cultura” más de lo que puede pertenecer a esa “cultura” un instrumento de
producción ( una locomotora, por ejemplo), o los conocimientos de índole
científica. Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto.
Bogotá Colombia 1971
[xxvii] Ibíd.
[xxviii] Antonio Gramsci.
[xxx] En el caso Colombia colectivos culturales vinculados a
la CGT, al Partido Comunista, o comunidades LGBT
[xxxi] Arte
contemporáneo y política: Una relación tensa y ambivalente.
Entrevista a Paúl Ardenne, por André-Louis Paré
[xxxii] Rosa Martínez. Artículo publicado en la revista
ARCHIPIÉLAGO, número 41 "De la muerte del arte y otras artes".
Madrid, 2000