lunes, febrero 20, 2012

Arte y…. Política… Ideología
Conocer el arte y darle lo que le pertenece.

La proclama moderna de la autonomía artística del “arte por el arte” que se pregonó por muchas academias y talleres de artistas creó una fuerte vertiente de artistas, críticos y teóricos del arte, además de espectadores, que cuestionaron la circunstancia social del arte, pero, ¿hasta qué punto esta premisa realmente presenta una liberación de todo compromiso social o solamente representa la cara rebelde de una ideología de clase dominante? ¿Hasta qué punto tanto críticos como espectadores estamos asistiendo a respuestas artísticas contemporáneas que tejen relaciones entre arte e ideología y no entre arte y política o viceversa?

Este corto texto presenta los argumentos de Theodor Adorno en su texto Teoría Estética, en relación con la dicotomía del arte como hecho social y hecho autónomo; los de Louis Althusser en cuanto a Arte e ideología y aquellos que se devienen de la Estética Marxista en relación con Arte y política, pretendiendo dar una luz a los conceptos y relaciones pertinentes desde la estética marxista, además de evidenciar la importancia de identificar la dependencia e independencia de conceptos.

¿En qué circunstancias nos referimos a relaciones entre arte y política y en cuales a Arte e ideología?

Es necesario, antes de abordar las relaciones entre arte y política y arte e ideología, conceptuar e identificar la relación IDEOLOGÍA – POLÍTICA.

Para ello nos remitiremos a Louis Althusser en su texto TEORÍA, PRÁCTICA TEÓRICA Y FORMACIÓN TEÓRICA, donde nos deja claro que tanto una como otra son diferentes. Althusser puntualiza los tres niveles esenciales dentro de la formación social planteados por el marxismo: la económica, la política y la ideología o formas de la conciencia social. Donde la economía se determina por los factores que se definen por la producción y las relaciones de capital, mientras que la actividad política del hombre es reglada por la estructura de las relaciones de clase (lucha de clases, el derecho y el estado) y finalmente “Las actividades religiosas, morales, filosóficas etc., ya sea en forma activa, por medio de prácticas conscientes, o en forma pasiva y mecánica, por reflejos, juicios y actitudes, éstas constituyen la actividad ideológica y aparecen sostenidas por una adhesión voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente a un conjunto de representaciones y creencias religiosas, morales, jurídicas, políticas, estéticas, filosóficas, etc., que forman lo que se llama el nivel de la ideología”[i].

Siendo entonces la ideología un nivel diferente, cuyas representaciones se refieren “al mundo mismo en donde viven los hombres, a la naturaleza y a la sociedad, y a la vida de los hombres, a sus relaciones con la naturaleza, con la sociedad, con los otros hombres y con sus propias actividades, incluidas la practica económica y la práctica política. Sin embargo, esas representaciones no constituyen conocimientos verdaderos del mundo que representan”[ii]. El nivel político en la práctica se identifica por la practica ideológica y se vale, en la mayoría de los casos, de ésta para perpetuarse, pero no por ello se determina por dicha práctica, sino por el verdadero conocimiento de las relaciones de clase y en las reglamentaciones que se le derivan, mientras que las ideologías se presentan como representaciones de dicho conocimiento. Es decir: mientras la política tiene una única relación con el conocimiento, la ideología implica una doble relación: con el conocimiento de una parte y con la sociedad de otra.[iii]

Si bien para tanto para Lenin, como Althusser, Adorno, Hadjinicolaus, entre otros teóricos de vertiente marxista, el arte tiene un contenido ideológico y cumple una función social y educativa, en cuanto a la política es este primero quien nos hace recordar que “no se puede desconocer que el arte y la política tiene rasgos específicos que no permiten que se les situé en el mismo plano” [iv] motivo por el cual sólo debemos referirnos en términos de relaciones de correspondencia entre arte y política mas no en relaciones de iguales o pares.

Relaciones Arte e Ideología
“Un arte que no tenga nada de ideología es un arte imposible”[v]

Las relaciones entre arte e ideología son complejas y contradictorias, y por lo tanto pueden conducirnos a extremos si son mal interpretadas. Tales extremos son: optar por una posición de exaltación ideológica extrema, subjetivista o sociologista vulgar, y lo segundo es negar todo carácter o presencia ideológica en el arte diluyéndolo en la tradición transgresora que identifica Bordeau como malestar del arte moderno. Por ello es vital comprender la tensión intrínseca y continúa entre ideología y verdad que se presenta en la obra de arte, que implica aspectos tan fundamentales como lo son la autonomía y la expresión.

En Adorno la verdad, que se endilga en esta tensión, es aquella que se refiere a la autonomía de la obra de arte, es decir, qué de auténtico, verdadero o autónomo tiene la obra, no qué tanto conocimiento de la verdad nos brinda la obra. Esta diferencia tan sutil es preciso anotarla ya que tanto Althusser como Lenin, Marx e incluso Engels abordan este principio de verdad desde la segunda premisa. Además que este planteamiento es lo que diferencia la postura de Adorno en cuanto a la ideología de la que se plantea por los socialistas. Este detenimiento en la diferencia de enfoques evita que se mire tanto a uno como a otros como posturas erróneas o equivocas a la hora de referirse a la ideología.

Para Adorno, al igual que para los marxistas, es claro que la ideología está presente en todo momento del arte, pero el rol que juega o puede permitirse entrar a jugar en el arte[vi], en sus determinaciones formales y conceptuales es lo que le preocupa, mientras que para Althusser como para Marx la preocupación no va en esta intromisión de la ideología como determinación de lo formal sino en cuanto a la suplantación del conocimiento y enmascaramiento de la verdad que se puede hacer con ella a través del arte. Se centra pues en el potencial del arte de “hacer ver”. Por ello para Althusser, un caso como el de Brecht, cuya obra es resaltada por Adorno precisamente como una obra cuyo autor, a pesar de la carga ideológica, logra mantener la autonomía de su expresión artística, y esto gracias a haber tomado cierta distancia de lo social, es una obra que por el contrario se define en términos de proximidad social: “El que el contenido de la obra se “separe” de su propia ideología política (la del artista) y la haga ver en cierta forma desde fuera, la haga “percibir” mediante una distancia interior a esta ideología, supone esa ideología misma. Y no se da porque se desapega el autor de sus ideologías sino justamente porque las conserva puede producir su obra y producir en ella esta distancia interior que nos dará una visión crítica de ella”[vii] . En este sentido, Hadjinicolaou habla en la categoría de ideología de imagen crítica, como portadora de una ideología que hace critica a lo establecido y determinado socialmente.

El argumento de Adorno para sostener la importancia de la distancia se debe a que, si bien la ideología inevitablemente permea la obra de arte[viii], su nivel de incidencia debe ser controlado en la obra del arte, pues se corre un riesgo de que las leyes formales del arte se plieguen ante ella, produciendo pobres y autoritarias copias de la realidad[ix], pero desde el punto de Althusser la ideología va mas allá de esta presentación aparente y de cierta manera es incontrolable su presencia en la obra de arte. La ideología es tácita en la obra. En palabras de Althusser: “Cuando hablamos de ideología debemos saber que ésta se desliza en todas las actividades de los hombres; que es idéntica a la “vivencia” misma de la existencia humana; por ello la forma en que en la “obra” se nos “hace ver” la ideología tiene por contenido la “vivencia” de los individuos. Lo “vivido “no es un dato, el dato de una “realidad” pura, sino la “vivencia” espontánea de la ideología en su relación propia con lo real.”[x]

Tanto Marx como Adorno[xi] y Althusser reconocen la ideología como apariencia, como sistemas de representación que en determinadas sociedades enmascaran la realidad y permiten el sostenimiento de una clase dominante, [xii]asi mismo Adorno reconoce que “Las luchas sociales, las relaciones entre las clase se quedan impresas en la estructura de las obras de arte”[xiii], y “los contenidos sociales penetran hasta su esencia, precisamente porque el arte se constituye mediante experiencias subjetivas”[xiv]

La cuestión acá se centra, como decíamos, en lo que se define como autonomía artística para cada uno de los autores, ya que para Adorno esa autonomía se centra en la tensión que se crea en la lucha por el control de la ideología, lo que problematiza no es tanto la presencia o no de la ideología en la obra de arte sino la verdad de la obra de arte en relación con las ideologías, ya que éstas pueden ser un riesgo cuando suplantan la verdad de la obra de arte y esta adquiere una falsa conciencia de sí misma y de su realidad o entorno[xv], mientras para Althusser dicha autonomía y distanciamiento no existe en cuanto a la potencia ideológica pero si en cuanto a la ideología de clase dominante en algunos casos. Pero finalmente ambas posturas se reconcilian en lo que consideran el estado ideal de resistencia para la ideología en general para Adorno y en particular para Althusser.

Lo que plantea Adorno dentro de su dialéctica negativa ya que de igual manera resalta que “Aun en las obras que están penetradas hasta lo más íntimo de ideología puede darse un contenido de verdad”[xvi] es un estado de resistencia a la ideología[xvii] y en este sentido identifica la incomunicación y el hermetismo[xviii] como aspectos relevantes, aspectos propios del arte abstracto que Althusser toma con especial énfasis e interés en su texto EL PINTOR DE LO ABSTRACTO. Adorno deja claro que si bien la comunicación es el vehículo de las ideologías y por lo tanto es fundamental que las obras renuncien a ella, esto no garantiza que la ideología no se haga presente en ellas, pero bloquea su impacto[xix], en el caso de Althusser esa incomunicación o distanciamiento que permite lo abstracto de lo formalmente preestablecido por las clases dominantes contribuye a redireccionar el pensamiento y el entendimiento de la realidad dejando claro siempre que “Toda obra de arte nace de un proyecto a la vez estético e ideológico. En el momento de existir, como obra de arte, produce en cuanto tal (por el tipo de crítica y de conocimiento que llega a estatuir frente a la ideología que nos hace ver) un efecto ideológico”.[xx]

Adorno identifica un aspecto fundamental en la obra de arte que le da firmeza a su argumento en torno a la autonomía de la obra y es la expresión a través de la cual la obra de arte se comunica más allá de los niveles ideológicos, sociales, autónomos y formales, la expresión[xxi] es el aspecto fundamental en la obra de arte, y es allí donde puede uno detenerse a saborear la esencia del arte, es la expresión la que finalmente determina la función del arte y este aspecto es el que condensa tanto la autonomía de la obra como su dependencia social. “Por su expresión las obras de arte aparecen como heridas sociales, la expresión es el fermento social de su autonomía” [xxii]

Pero este argumento no es suficiente si lo vemos a la luz de Althusser, para quien la expresión a la que se refiere como lo espontáneo no se escapa de la ideología, ya que “todo lenguaje “espontáneo” es un lenguaje ideológico y que sirve de vehículo a una ideología – en este caso del arte y de la actividad productora de los efectos estéticos”[xxiii] , la cual se haya enmarcada y determinada por lo cultural, término que según Althusser, Roger Establet identifica como el nombre común del concepto marxista de ideología[xxiv].

Al respecto de las relaciones de Arte e ideología podemos ver entonces una serie de aspectos a enumerar: 1. Todo Arte es portador de ideología, 2. La autonomía artística se determina tanto por el grado de presencia de la ideología de clase dominante, 3. Las leyes formales de la obra de arte se hayan condicionadas por los aspectos sociales, pero logran una autonomía cuando logran distanciar estos de las ideologías de clase dominante.

Es interesante ver cómo Louis Althusser, en su texto sobre arte e ideología, presenta un argumento ante una pregunta que se le formula al respecto y que nos hubiere servido de introducción a esta discusión, además de permitirnos presentar los argumentos de su parte, pero no nos hubiera permitido entrar en Adorno: “¿Cómo es posible que un artista, no obstante sus opciones políticas personales, nos “haga ver” en una forma crítica lo “vivido” de la sociedad capitalista (del régimen social en que se halla inmerso y la cual claramente defiende)?[xxv] La respuesta está dada en párrafos anteriores, pero lo fundamental acá es que el énfasis a la hora de enfrentar la obra de arte está en lo que nos “haga ver” la obra de arte, hacia dónde nos conduce ese encuentro, y es entonces donde la relación Arte y Política surge.

Relaciones arte y política

“Lo mismo que un gran filósofo, lo mismo que un gran político revolucionario tienen en cuenta en su propio pensamiento los efectos históricos de las posiciones que toman, en el seno mismo del sistema riguroso y objetivo de su propio pensamiento, el gran artista, igualmente, no puede dejar de tener en cuenta, en su obra, en su disposición y su economía interna, los efectos ideológicos necesariamente producidos por su existencia.”


La relación arte y política suele identificarse con ciertos aspectos como lo social, con aquellas manifestaciones que encuentran un campo de acción en y desde lo social, pero este sólo es una parte del doble acondicionamiento del arte.

El arte tiene un doble condicionamiento: de una parte el social e ideológico que expresa los intereses de clase. y el de las ideas políticas, morales o religiosas del artista que expresa la legalidad y estructura de la creación artística, que presenta “lo universal humano que surge en y por lo particular”[xxvi], este proceso de integración da a la obra de arte cierta coherencia interna y una relativa autonomía que impiden su reducción a un simple fenómeno ideológico. La obra de arte que trasciende los tiempos y las sociedades deja ver la universalidad del arte verdadero que sobrevive a los cambios ideológicos y se posiciona desde la acción política, tendencioso, crítico y trascendental[xxvii].

El arte crea y mantiene una relación con la política, cuando es “…la expresión elaborada y completa de las aspiraciones más profundas de un determinado público, de la nación-pueblo en una cierta fase de su desarrollo histórico”[xxviii]

Ciertas manifestaciones del arte se presentan para intentar cumplir tareas de transformación del orden establecido y pretenden ser una opción para todos aquellos que buscan modelos para la producción del saber y la distribución del poder, promoviendo el derrumbe sistemático de las "verdades" del pasado, el cuestionamiento de los modelos impuestos por los medios de masas, y de enfrentar el poder que segrega y reduce los espacios de intercambio cultural y político.

A partir de ahí lo que se configura es la propuesta de un espacio cultural de resistencia contra la pretendida superioridad de unas culturas sobre otras, de un pueblo sobre otro. Es desde la diversidad cultural de las historias y los territorios, de las experiencias y las memorias, desde donde se resiste, se negocian, se interactúa con la globalización, y desde donde se acabará por transformarla.

La resistencia civil puede definirse como una acción que comprende un conjunto de acciones comunitarias enmarcadas en un contexto de derechos económicos, sociales y culturales, resultantes de las problemáticas surgidas en el seno de una sociedad en crisis de gobernabilidad, de valores y de responsabilidades sociales y civiles. Estas experiencias se han caracterizado por tener una base social y una composición civil, plural y organizada, por exigir participación política y autónoma, y respeto a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.

El arte se ha constituido entonces en una alternativa de resistencia; alternativa que no sólo les contiene a sí mismo como medio de comunicación y expresión que propicia la construcción de intercambio y solidaridad que fortalecen las experiencias de resistencia civil. Varias de estas manifestaciones artísticas funcionan a través de colectivos artísticos que conducen hacia la posibilidad de brindar reparación moral y sicológica a aquellos que ya han enfrentado el flagelo de la violencia y deben restablecerse, organizarse y arremeter nuevamente contra la injusticia y el exterminio.

Dichas manifestaciones ven en forma amplia el panorama en que se debate la sociedad actual, no se quedan en individualismos, sino que contribuyen a colocar en sintonía los sectores inconformes de un país y de este modo plantear un posible cambio social. Estas propuestas tienen claro que el arte no puede solucionar las implicaciones de las políticas de consumo y capital. El artista toma sentido, como factor de resiliencia, como trabajador social, como catalizador que activa las relaciones sociales, que estimula la renovación urbanística, que se dedica a la terapia creativa, a abrir un área de experiencia, un espacio de cuestionamiento y de reinterpretación, un lugar de intercambio simbólico entre el artista y la comunidad, donde el individuo pueda reflexionar sobre sus problemáticas, verlas en conjunto y hacerse partícipe en buscar alternativas de solución o resistencia no sólo para sí mismo sino para su comunidad.

Este artista o colectivo de artistas enfrenta la frustración como un sentir de doble filo, a su vez que genera desencantos, agresión y odio, también fantasías y sueños que pueden y deben ser canalizados hacia un desarrollo del ciudadano como protagonista, como individuo político. Es aquí el artista, entonces, ya no un individuo ajeno a todo suceso y acontecimiento sino un creador de propuestas que ayudan a construir ciudadanos críticos, propositivos, abiertos a nuevos diálogos políticos.

La acción política del arte no sólo se limita a situar en un contexto un acontecimiento o problemática, sino además incitar a ver cómo se modifica este contexto o se aclara, haciendo apto al individuo para responder a los desafíos de la vida, ofreciendo elementos de nuestra historia, de nuestro origen y ubicación actual que contribuyen a la formación de una conciencia humanística y ética de pertenencia no sólo a una especie, también a un país, a una comunidad, a un lugar y momento.

La aproximación del sujeto a la visión y a la estructura del pensamiento artístico es prioritaria, ya que le permitirá dar soluciones a sus conflictos y conocer a su vez otras miradas a este mismo conflicto y empezar a reconciliarse con su entorno, así como también empezar a cuestionarlo y problematizarlo.

El arte se plantea como área de experiencia donde tiene lugar el intercambio de identidades con otros sujetos y otras situaciones diferentes a las que se ha visto enfrentado y le han mostrado un espacio de hábitat hostil. Un espacio donde se busca que el sujeto conozca el origen de todas las prácticas que genera el actual régimen insolidario y violento, enfocando su reflexión sobre la vida y los intereses de la comunidad.

El oficio del artista no se reduce al dominio de principios o técnicas que se aplican para la creación de un objeto; tampoco a un ejercicio aleatorio que se inventa en cada momento, o a una estrategia para lograr resultados: se construye sobre el saber que procede de la experiencia sometida a discusión y critica.

Tanto la política como el arte nos ponen en relación con la vida humana, y si bien la política se justifica por su capacidad de transformar la realidad de un modo efectivo, real, estas nuevas propuestas artísticas permiten que el arte pase de ser un expositor de motivos, temas y problemáticas a un agente activo de transformación del hombre, nunca en el mismo plano o por igual vía que la política, pero si con el mismo objetivo de “ impulsar al hombre a moverse, a salir de su ser actual”.[xxix]

Arte polimicrocontexsocial

Existen conceptos como arte micropolítico, por mencionar uno entre otros (político, experiencial, contextual, comunitario…), que expresan formas de resistencia a diversas cuestiones sociales, donde incluso encontramos artistas que son reconocidos como activistas en organizaciones ecológicas, partidos políticos de izquierda y en algunos casos relacionados con el activismo sindical[xxx].

Pero cada uno de estos conceptos cuenta con matices propios, ya sea en su formas propias de aproximación al individuo, en los grados de participación de éste, e incluso en su presentación y representación social, que muchas veces varía a nivel de cada uno de ellos dependiendo del lugar donde se desarrolle la propuesta, lo cual entra a debatir en una cuestión de gustos e incluso de interpretación.

Paúl Ardennese define el arte micropolítico como “el desarrollo de formas de arte que desafían la autonomía e inician un proceso de trabajo en ‘situación’, de participación directa con el ‘espectador’ o de integración por parte del artista de la esfera de la realidad inmediata. Todo ello con el siguiente trasfondo: la cuestión de la dimensión política del arte, una cuestión de crucial actualidad” [xxxi].

Hablamos entonces ya no de un arte alimentado por la puesta en escena de anécdotas y sentimientos intimistas, sino por el material concreto de la vida presente, un presente material y reificante, cuestionador, ramificado por la complejidad de la realidad.

El arte está pues relacionado con el compromiso político e incluso el entretenimiento social enfocado hacia la resistencia, la resiliencia y el desarrollo cultural de una comunidad en particular. Su objetivo es reactivar lo real más que crear un nuevo objeto artístico. Esta es la razón por la que se recurre no a un espectador pasivo contemplador de la obra, sino a un espectador-ciudadano, comprometido con el procedimiento del artista, "gestor" del acontecimiento que debe producirse.

 “Son a menudo parte de un ritual, de una puesta en escena temporal en la que el artista actúa como oficiante de una serie de acciones dirigidas a transformar la conciencia de los espectadores.

El artista quiere provocar una catarsis y son las actitudes las que se convierten en formas[xxxii], donde las formas de relación y aproximación a las que conduce al individuo con su entorno se dan a manera de reflexiones prestas a argumentación y discusión, cuyo carácter proyectivo hace del arte más que una respuesta una continua pregunta, donde todo está por descubrir y transformar.

Se trata de hacer partícipes a las formas de creación colectiva basadas en el activismo y la transformación social. Un desarrollo multidisciplinario y multicultural donde el arte desempeña el papel de vínculo entre creadores múltiples y usuarios que pueden unirse a la creación de una obra o contribuir a acelerar el intercambio modificándolo a su manera.


[i]               Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[ii]              Ibíd.
[iii]              Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[iv]              Adolfo Sánchez Vázquez. Las Ideas Estéticas de Marx. Biblioteca Era. México 1975
[v]              Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 310
[vi]              “Ideología y verdad artísticas no son como ovejas y cabritos. No existe la una sin la otra y esta reciprocidad es una tentación para el abuso ideológico.” Teodor Adorno. Teoría Estética
[vii]             También “Ideología a la que su obra no deja de hacer alusión y de la que se alimenta permanentemente, una vista que supone un retroceso, tomar distancia interiormente en relación con la ideología misma de la que surgieron sus obras. Nos hace “percibir” (y no conocer), en cierta forma desde dentro, mediante una distancia interior, la ideología misma en donde se produjeron.”
                Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[viii]            “En la cultura que ha resucitado tras la catástrofe de la guerra, el arte, por su limpia existencia y antes de cualquier contenido y de cualquier triunfo, encierra en sí un elemento ideológico.” Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 310
[ix]              “La ideología se va afinando hasta convertirse en pobre y autoritaria copia de la realidad” Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 306
[x]              Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xi]              “La ideología, apariencia social necesaria, es siempre, aun en su necesidad, figura deformada de la verdad”Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 305
[xii]             Al respecto es interesante ver cómo Nicos Hadjinicolaou plantea aspectos semejantes en sus reflexiones sobre el marxismo vulgar para el arte socialista y como ideología de imagen positiva, para el arte burgués, en donde tanto el uno como el otro se determinan por la propagación de la ideología dominante.
[xiii]            “socialmente útil por el hecho de existir, de presentar una resistencia a las dinámicas sociales.”
[xiv]            pero “no penetran literalmente, sino modificados, larvados, como en sombra”. Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 403
[xv]             “En este sentido, cualquier obra de arte caería bajo el veredicto de tener una falsa conciencia y convertirse en ideología. Y se las puede llamar formalmente ideologías, con independencia de lo que digan, porque afirman la existencia de lago espiritual a priori , independientemente de las condiciones de su producción material y por tanto de orden superior, y también porque se orientan respecto a la vieja culpa de separar el corporal del espiritual” Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 296
[xvi]            Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 305
[xvii]            Para Adorno “Ideología y verdad artísticas no son como ovejas y cabritos. No existe la una sin la otra y esta reciprocidad es una tentación para el abuso ideológico y para esos procedimientos sumarios del estilo que quiere partir de cero.” Teodor Adorno. Teoría Estética.
[xviii]           “las obras herméticas llevan a cabo una crítica más radical de lo existente, que las que por causa de una clara crítica social emplean la conciliación en la forma, y reconocen así tácticamente el tejemaneje de la comunicación floreciente por doquier”. Teodor Adorno. Teoría Estética.
[xix]            “las obras herméticas llevan a cabo una crítica más radical de lo existente, que las que por causa de una clara crítica social emplean la conciliación en la forma, y reconocen así tácticamente el tejemaneje de la comunicación floreciente por doquier”. Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 311
[xx]             El pintor de lo Abstracto. Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xxi]            “El criterio central es la fuerza de su expresión, gracias a cuya tensión las obras de arte con un gesto sin palabras se hacen elocuentes.”Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 311
[xxii]            Teodor Adorno. Teoría Estética. Pág. 311
[xxiii]           Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xxiv]           Si tal como lo ha anotado Roger Establet en un artículo muy breve, la “cultura” es el nombre común del concepto marxista de ideología, la obra de arte no pertenece, en cuanto objeto estético, a la “cultura” más de lo que puede pertenecer a esa “cultura” un instrumento de producción ( una locomotora, por ejemplo), o los conocimientos de índole científica. Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xxv]            Escritos I Louis Althusser, Editorial Contacto. Bogotá Colombia 1971
[xxvi]           Adolfo Sanchez Vazquez. Las Ideas Esteticas de Marx. Biblioteca Era. Mexico 1975
[xxvii]          Ibíd.
[xxviii]          Antonio Gramsci.
[xxix]           Frase de Antonio Gramsci al referirse a la labor de la política.
[xxx]            En el caso Colombia colectivos culturales vinculados a la CGT, al Partido Comunista, o comunidades LGBT
[xxxi]           Arte contemporáneo y política: Una relación tensa y ambivalente. Entrevista a Paúl Ardenne, por André-Louis Paré
[xxxii]          Rosa Martínez. Artículo publicado en la revista ARCHIPIÉLAGO, número 41 "De la muerte del arte y otras artes". Madrid, 2000

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